FFAA: Ni trabajadores, ni
compañeros, perros de caza de la burguesía, por tanto enemigos del pueblo.
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istóricamente
las FFAA han operado como la fuerza de choque de una minoría que cuando vio
amenazados sus privilegios no dudó en utilizarlas para reprimirnos. Lejos de ser herederos del ejército
sanmartiniano, el ejército argentino, y con éste el resto de las fuerzas de
seguridad, han cumplido un papel despreciable en la historia nacional. Como
aparato represivo del Estado, órgano de dominación de la burguesía sobre el
conjunto del pueblo. Ellas protagonizaron las mayores matanzas, desde “la
Campaña del Desierto” encabezada por Roca, a la “Semana Trágica”, o la
“Patagonia Rebelde”, las torturas y fusilamientos de la década infame, la
persecución a la disidencia en los gobiernos peronistas, con la “Revolución
fusiladora”, o en la etapa previa como durante la última dictadura militar, por
citar sólo algunos ejemplos. Han dado sobradas muestras del carácter de clase
que tienen. Cuando volvió la democracia no dejaron sus “manías”, la presión
contra el juicio a las juntas, los levantamientos cara pintadas, la matanza
diaria por gatillo fácil en los barrios, la represión a las puebladas durante
los 90, 2001 y 2002, como la represión o persecución a las movilizaciones
obreras y populares en general, dejando el saldo de centenares de heridos,
muertos y procesados. Nuestro enemigo, utiliza todos los medios para mantener
sus privilegios, y no escatima sangre obrera para regar sus negocios.
En
el último tiempo el discurso de la inseguridad, caló hondo en un sector grande
de nuestro pueblo. La incoherencia de que la militarización de las calles es
sinónimo de seguridad y tranquilidad, es una mentira que propicia el clima
necesario para el negocio de la seguridad, generando un aumento histórico de
personal en las fuerzas de seguridad estatales y para estatales, como así
también el consumo desenfrenado de artículos relacionados.
Este
microclima facilitó las políticas de Estado que, dieron como resultado la
militarización de barrios enteros, echando mano a prefectura o gendarmería, a
las que se suman la policía Federal o Provincial. Las primeras, fuerzas
privilegiadas del ejecutivo nacional, mostrándolas como las más profesionales y
serias, capaces de garantizar la paz social.
La
campaña activa para que elementos del pueblo se alisten a las fuerzas armadas y
de seguridad, es cada vez más agresiva, con slogans como “hace un cambio positivo en tu vida”, o la enorme propaganda
difundiendo el tema.
Estamos
frente a la situación de que, miembros de nuestra clase, han sido cooptados por
nuestro enemigo, han sido desclasados, y lamentablemente, no dudan ni dudaran
en reprimir, encarcelar e incluso matar si la orden de un superior o, mejor
dicho, si las necesidades de la clase dominante así lo consideran.
El hecho de que
perciban un sueldo no los hace trabajadores, sino que son lisa y llanamente
quienes tienen el papel de policía de un Estado cuyo carácter de clase es
burgués.
Por
todo esto, no nos solidarizamos con las fuerzas que reclaman, es más las
repudiamos, repudiamos la militarización
de los barrios, porque más milicos nos es más seguridad, y repudiamos el accionar constante de los
uniformados en defensa de los intereses de la clase dominante.
Observamos
con preocupación el accionar de los elementos más reaccionarios y
antidemocráticos de estas fuerzas y, también hacemos cargo a aquellos
funcionarios que hoy salen a manifestar su preocupación ante este escenario,
cuando fueron ellos los que propiciaron estas políticas de Estado, apoyando un
altísimo presupuesto para las fuerzas, defendiéndolas diciendo que no son lo
mismo que antes y que ahora trabajan en defensa de la patria, y tantas otras
mentiras.
Por último, denunciamos el
carácter oportunistas de algunos sectores afines, o miembros del gobierno
kirchnerista, que agitando el fantasma del golpe intentan sacar tajada propia,
ubicarse como los “buenos” en la escena política y en el imaginario colectivo.
Justamente la política no se trata de buenos y malos, sino del choque de
intereses
Es
político el análisis que debemos hacer para desgranar esta realidad y definir
si realmente existe la necesidad de algún sector de la clase dominante para dar
un golpe de Estado para defender sus intereses.
Afirmar
que producto de la aplicación de la Ley de Medios en la argentina existe un
plan conspirativo y abiertamente golpista contra el Gobierno Nacional, sería
pensar que Clarín es el único
monopolio en la Argentina, o creer que es el único sector de la burguesía que
tiene correlación de fuerzas en la disputa de poder. Por más que éste monopolio, junto a sectores asociados, mantenga una
aguda confrontación con el Ejecutivo Nacional no podemos dejar fuera del
análisis al conglomerado empresarial que encuentra en el kirchnerismo un
garante eficiente de sus intereses.
¡NI
GATILLO FÁCIL NI REPRESIÓN, SALUD, TRABAJO Y EDUCACION!
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