el neo peronismo
kirchnerista
Desde el 2001 en Argentina se abrió una nueva etapa en
la política local. Un nuevo proceso histórico se inició en el seno de las
contradicciones de clase. El modelo neo liberal, agudizado durante la década
menemista, llevó al borde del precipicio a la economía argentina y con esto
arrojado a la máxima opresión del sistema a millones de argentinos.
Paralelamente lo mismo sucedió con cientos de millones en Indo América. Poder
comprender el momento histórico en el que nos encontramos como clase es una
tarea diaria para definir el mañana.
“Acá está el pueblo de Santa Cruz, acompañando el
proceso de transformación y cambio que la República Argentina debe
llevar adelante….
Pocas veces, desde el paso del General, hubo un
presidente que haya escuchado tanto a Patagonia sur y a Santa Cruz en
particular… hoy con las conquistas obtenidas gracias a que un hombre federal que
sabe lo que es vivir en el interior del país, logró interpretar nuestros
reclamos…”
Gobernador Néstor Kirchner, en la
visita del presidente Menem
Después de la dictadura
militar, y fuertemente durante la década del 90 la burguesía financiera
internacional concentró su intervención en el mercado local. La concentración de
capital en el mercado interno, generó consecuentemente la destrucción del modelo
productivo, el vaciamiento del patrimonio público, la marginación y el desempleo
masivo. El aumento de la brecha que separa los empobrecidos de los ricos del
sistema, a niveles históricos, generó las puebladas en los diferentes puntos del
país
que se coronó el 19 y 20 de diciembre del 2001 con la insurrección que tomó
alcance nacional con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires y
alrededores.
Los enfrentamientos le
costaron, al pueblo, varios muertos directos y millones indirectos, en el
genocidio cotidiano de la opresión. A la burguesía le costo 4 presidentes en el
2001/02 y también un 5to, Eduardo Duhalde, quien también salió por la ventana
luego de las manifestaciones contra la masacre del puente Pueyrredón,
demostrando que la receta política de la burguesía para el pueblo no tenía nada
nuevo que ofrecer.
El pueblo venía de la
gran derrota post dictadura, los conflictos que surgían amuchaban de a miles a
los obreros despedidos por cierres de fábricas, privatizaciones o
restructuración laboral. La ley de flexibilización laboral terminó de destruir
las últimas conquistas laborales, y el trabajo a destajo, en condiciones
ilegales y carentes de representación sindical, avasallaron nuestros
derechos.
La caja del Estado
estaba fundida, la balanza comercial fuertemente negativa y el patrimonio
estatal prácticamente vendido. Los posteriores gobiernos liberaron el dólar que
permitió una rentabilidad mayor hacia los sectores exportadores, pero el
veranito político duro poco ya que la extrema derecha seguía en el gobierno. Las
pocas organizaciones que surgieron luego del 2001 y sus dirigentes fueron
borrados de un plumazo, bala o corrupción mediante. En este contexto asume el
poder el, hasta entonces, desconocido Néstor Kirchner. El ex presidente era poco
conocido, y sus referentes políticos en lugares estratégicos como Bs. As estaban
lejos de ser progresistas: los menemistas Eduardo Duhalde y Daniel Scioli, como
así también el terrateniente sojero y ex ministro de agricultura menemista
Felipe Solá.
A su vez era recordado por sus lazos con el menemismo, su visto bueno a
favorecer a los sectores mineros y el apoyo a las
privatizaciones.
La primer parte del
gobierno caminó con cierta tranquilidad, la conciliación con los distintos
sectores de la burguesía, el pago al FMI en el 2005 y su buena
relación con los medios representantes de la agro burguesía local le dieron el
aire suficiente para ganar legitimidad.
El contexto internacional favorecía a las economías de la región debido al
alza de los precios de las materias primas. Venezuela, Ecuador y
fundamentalmente Brasil gozaron de la rentabilidad del petróleo. Bolivia el gas,
Colombia los minerales al igual que Chile, y Uruguay, Argentina y Brasil
hicieron de la soja una fuente hasta hoy de gran flujo de capitales. Las
retenciones por exportación fueron dejando un saldo positivo que mejoró la
balanza comercial generando superávit fiscal y la rentabilidad del comercio
reactivó otros sectores de la economía. Como ya dijimos, los capitales ociosos
del campo fueron a parar al negocio inmobiliario, una gran cantidad de empresas
vendieron sus acciones a grupos económicos extranjeros, principalmente
brasileros. La devaluación aplastó los salarios, y la pauperización de las
condiciones de trabajo eran peores que a mediados del menemato. Sin embargo,
esto generó una gran rentabilidad para las empresas que comenzaron a producir
para exportar. Todo favorable para la burguesía: mano de obra barata, sin
representación real, y apreciación del dólar.
El gobierno garantizaría
que, vía fondos fiscales, quede regulada la cotización del dólar manteniéndolo
estable, pero siempre en amplia relación a los costos internos para mantener la
tasa de ganancia. La intervención del Banco Central en la cotización del dólar
fue mediante la compra sistemática de los dólares provenientes de las
exportaciones, con el fin de secar el mercado interno e impedir que el aumento
de la oferta devalúe la cotización de la moneda extranjera. Esto dió como
resultado una caja de ahorro que hoy forman las históricas reservas acumuladas.
El panorama político se agudizó respecto a décadas anteriores. La asociación
absoluta de la burguesía local con la internacional es un hecho. El proceso de
globalización, devoró las empresas periféricas y concentró al máximo la riqueza.
Este proceso dió por finalizada la búsqueda fructífera de una burguesía
nacional, independiente, con proyecto propio. Su asociación a los grupos
empresarios internacionales imposibilitan esto último.
La formación de los
grandes oligopolios que invierten sus capitales en diferentes ramas de la
producción de todo el mundo es una realidad. Lo que ha cambiado a
escala mundial, como decíamos en anteriores ediciones, es el modelo de
acumulación. Grandes masas de dinero ya no se reinvierten en la producción, sino
que son utilizadas en la especulación financiera. La crisis de superproducción
del capitalismo abrió una brecha favorable a los países periféricos por las
condiciones antes mencionadas que garantizan altas tasas de ganancia. Por
primera vez las casas matrices cerraron y las industrias periféricas continuaron
funcionando e incrementando los ritmos de producción. Un caso ejemplificador es
el de Terrabusi. Vendida a una firma norteamericana –Kraft-, que a su vez compró
otras firmas del mercado, instalada en varios países periféricos, no baja los
ritmos de producción. También el rubro automotriz es un buen ejemplo, mientras
que en Francia, Alemania y EEUU miles de obreros quedan en la calle, las mismas
empresas en Argentina, como en otras partes del mundo, contratan obreros en
todas sus plantas. Claro está que las condiciones de trabajo son mucho más
baratas que en Europa o EEUU.
Este panorama favoreció
el sostén del régimen que se asentó en las espaldas del capital productivo,
principalmente metalmecánico y agro industrial. Este proceso tiene reflejo en la
actualidad generando desde el 2004 2 millones de puestos de trabajo.
Fiel a la tradición
peronista, el kirchnerismo intentó mediar los intereses de las dos clases
antagónicas. Si bien el gobierno asumió sin base social propia, cooptó
hábilmente a los sectores que nacieron post dictadura: desocupados, marginados,
familiares de desaparecidos, e intelectuales progresistas. El policlasismo se
hizo vivo al mejor estilo peronista, y con su discurso progresista logro ganar a
los sectores medios. A su vez un conjunto de medidas neo populistas sello la
alianza con vastos sectores populares. El aumento del trabajo, gracias al flujo
de divisas provenientes de las exportaciones le permitió la gestión de medidas
que favoreció la reactivación del mercado interno, como ser paritarias,
jubilaciones por decreto, aumentos consecutivos del salario mínimo y de los
mínimos jubilatorios, tarifas de servicios públicos subsidiadas, apoyos diversos
a las empresas recuperadas por los obreros luego de la quiebra, emprendimientos
productivos, planes para los sectores desocupados, etc. Pero quizá el
procesamiento a los militares de la última dictadura, instalando el tema en la
agenda del debate político, fue uno de las medidas más capitalizadas por la
gestión. Néstor Kirchner abandona el ejecutivo con un alto grado de aceptación.
A la mano de obra
barata, la precarización laboral, y el mercado de exportación se le sumó los
enormes subsidios otorgados por la administración a las mega-corporaciones que
operaban y operan en el país.
Se prorrogaron varias licencias a las empresas privatizadas, se mantuvieron las
tarifas con los subsidios, y se garantizaron las ganancias a las grandes
corporaciones. Con un discurso y accionar mucho más moderado que el de vecinas
repúblicas el kirchnerismo supo ubicarse en el contexto regional, y fue Brasil
su principal socio en la expansión. Luego de definirse en contra del ALCA (2005)
e intentar mostrarse diferentes a la política de relaciones carnales con el
imperio, el kirchnerismo no asume una posición clara en la región. Su moderación
lo aleja de la política de países como Ecuador, Venezuela o Bolivia, sin embargo
no podemos decir que aplicó las mismas recetas que en Perú, Colombia o Chile. El
doble discurso le permitió mediar entre los dos bloques de poder y a la vez
apoyar de palabra espacios como, ALBA o Banco del Sur, pero en los hechos se
mantiene al margen de los mismos.
Como afirmábamos en el
Sendas Nº1, en Argentina existe una gran concentración de la tierra. La
oligarquía agroganadera históricamente es el sector local de mayor peso político
económico. El 50% de la
tierra pertenece a 6900 familias-empresas y 936 terratenientes poseen 35,5
millones de hectáreas. A estos datos debemos sumarle que el 80% de la tierra
esta cultivada con soja, cultivo que esta temporada viene batiendo record de
cosecha y recaudación, pero el 60% de la producción sojera esta en manos de 4
transnacionales (pools de siembra). Por otro lado en el país existen 74
megacorporaciones mineras, que en su mayoría están conformadas por capitales
canadienses y británicos, pero son 165 los proyectos de explotación minera que
esperan este año la aprobación. El veto a la ley de glaciares por parte del
kirchnerismo, y la actual aprobación de la nueva ley permite la extracción con
la consecuente contaminación de las zonas aledañas a los glaciares a precio vil.
La tendencia a favorecer a la megaminería no es una novedad en el kirchnerismo,
como dijimos anteriormente, las modificaciones jurídicas junto con los tratados
internacionales vienen de larga data. En 1997 el entonces presidente Menem junto
a su par chileno Frei permitieron la explotación sin fronteras en la zona
cordillerana, y el gobierno kirchnerista permitió la exención del IVA para las
megacorporaciones, la libertad de exportar los metales sin inversión en el país
y la utilización de los recursos sin ningún tipo de control como sucede con el
agua, junto con la decisión política de reprimir y perseguir a quien se oponga a
estos emprendimientos. El alza de
los precios de algunos minerales fomenta este tipo de producción, pero además el
marco de explotación contempla que muchos minerales no son declarados con la
complicidad del estado, generando una fuga diaria de capitales a las casas
matrices.
Por todo lo
anterior es que si bien la nueva administración tiene tintes progresistas no
puede ni quiere salirse de la raya neo liberal de donde nació. Por un lado
reactiva el mercado interno, y fomenta la producción, pero por el otro
mantiene una política de
expoliación de los recursos naturales, el régimen financiero de la dictadura, la
libertad de movimiento de capitales que favorece la fuga de divisas; renueva
licencias a las concesiones de empresas estatales, reestructura la
deuda, paga por adelantado al FMI y subsidia y realiza salvataje a las grandes
multinacionales aunque las mismas no hayan cumplido con el plan de inversiones
estipulado.
Con el alejamiento de Duhalde, Solá y otros, el gobierno
buscó una nueva pata conservadora para aumentar su legitimidad en la nueva
etapa. El gobernador mendocino y radical Cobos fue el indicado para la alianza
en el ejecutivo. No pasó mucho tiempo y arribó la crisis por la 125
que generó
chispazos entre los bloques de la burguesía local. Las grandes ganancias
obtenidas por este sector fueron el centro de la disputa en el seno de la
contradicción entre burguesía agroganadera y la industrial. Los diferentes
actores que cobijaba el kirchnerismo fracturaron tomando partido por uno u otra
facción. De un lado el ala “progresista”: los movimientos de desocupados y de
los derechos humanos, acompañados por la burocracia sindical de CGT y CTA. Del
otro, el ala conservadora de la mano del vice Cobos: encabezada por
la Sociedad Rural
Argentina, dirigentes del PRO, UCR y peronismo disidente con Duhalde, Reutemann
y Solá en primera fila y, a su vez sectores de las capas medias de la ciudad se
alinearon a la cola de esta facción. El decreto de la 125 generó un gran revuelo
que los medios y la oposición buscaron profundizar para llevar agua a su molino.
Con la ayuda de, como dijimos antes, sectores de las capas medias y hasta varios
partidos políticos autodenominados de izquierda como el MST o PCR, la oligarquía
representada por la
Sociedad Rural Argentina logró dar marcha
atrás a la medida.
No faltaron las voces
que preveían el fin del kirchnerismo, sobre todo luego de las elecciones
legislativas del 2009 en la cual el oficialismo perdió la mayoría en ambas
cámaras, y sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Una vez más la
administración logró salir airosa de medidas que antes eran de corte netamente
conservador maquillándolas con un discurso progresista. El salvataje a la
fundida empresa española Marsans que tenía la concesión de Aerolíneas Argentinas
fue colocado en el imaginario colectivo como la intervención estatal en función
de reactivar las rutas aéreas nacionales. No obstante fue la presidenta quien
afirmó que una vez regularizado el vaciamiento, mediante fondos fiscales,
nuevamente se irá a licitación para el regreso de la inversión privada.
Parece que estatizar las quiebras sin ningún tipo de represalia para el
vaciador es una medida progresista. Por otro lado esta el caso del
ANSES, ante la realidad de que las empresas privadas derivaban fondos que
los trabajadores aportamos mes a mes, y en el entendido que el flujo de dinero
luego de la reactivación económica con el consecuente aumento de aportantes, el
kirchnerismo hizo del ANSES la caja para solventar su política. Pese a afirmar
que no hay dinero para el aumento del 82% móvil para los jubilados, el 65% de
los recursos de las jubilaciones es utilizado para subsidiar a las patronales y
así garantizarles sus ganancias. En la Argentina de la “patria subsidiada”
el gobierno garantiza las ganancias de los especuladores de
siempre.
Pero también el gobierno
ha gestionado con gran habilidad política algunas reivindicaciones históricas de
amplios sectores capitalizándolas para sí. Este es el caso de los juicios a los
militares y civiles implicados en la última dictadura, una lucha histórica de
familiares y organizaciones sociales que el gobierno supo cobijar bajo su ala
pese a que sabemos que los genocidas tienen todo tipo de derechos a los que los
presos comunes no acceden, que en muchos de los casos los testigos no declaran
debido a las sistemáticas presiones, amenazas y hasta asesinatos como es el caso
de Julio López hace ya 4 años, entre otros. El gobierno asumió el rol de los
derechos humanos en el marco de su doble discurso, por un lado los juicios,
monumentos, etc., pero por el otro es cómplice del gatillo fácil que mata a los
jóvenes en los barrios todos los días, procesan y encarcelan a los luchadores
como ningún otro gobierno luego de la vuelta a la democracia o reprimen sin
ningún problema a las medidas de fuerza de los trabajadores en la lucha contra
la patronal, como sucedió en Kraft, mientras tratan con guantes de seda a los
piquetes de la bosta. También operan con “astucia peronista” en el seno de las
organizaciones obreras, logran mantener un delicado equilibrio entre los
empresario sindicalistas de la
CGT, con Moyano a la cabeza, y por el otro buena relaciones con
la cúpula de la CTA,
pese a no reconocerle la personería jurídica. Las buenas relaciones con la
burocracia sindical son una herramienta para el gobierno y las patronales que la
impulsan. Con un movimiento obrero aplacado y perseguido por la burocracia,
socia de los intereses patronales, es posible garantizar la rentabilidad y
previsibilidad para los patrones y su gobierno.
La política dominante
impulsada por el actual gobierno se sella a fuego con la ley de medios. Si bien
hay que reconocer que existen hendijas en donde las organizaciones populares
podemos hacer pie en la nueva ley, ésta no es mas que una medida que favorece
subjetivamente en la conciencia de la clase hacia el oficialismo, se abre el
juego a un sin número de voces oficialistas o afines que previo a esta medida no
podían expresarse masivamente. Así como también pueden beneficiarse empresas de
telecomunicaciones, Telecom y Telefónica, para que acrecienten sus negocios ya
altamente rentables. No olvidemos que las mismas son el 3er rubro con mayor
rentabilidad en la era kirchnerista.
La actual pelea con el
Grupo Clarín por Papel Prensa se encierra en este marco. Lo expuesto por el
gobierno sobre cómo se hicieron de la empresa, la participación de Clarín,
La Razón y
La Nación en el
partido militar o que, el Grupo Clarín es un oligopolio, es verdad. Ahora, ¿es
el único oligopolio que opera en la República Argentina?
¡Claro que no! Una vez más el gobierno presiona con habilidad por izquierda
hacia el pasado oscuro y sangriento de estas corporaciones, sin embargo su
posicionamiento esta lejos de ser funcional a las necesidades del pueblo.
Como dijimos
anteriormente la actual administración nace de las entrañas de la crisis del
2001. La crisis política, económica e institucional generó un vacío altamente
peligroso para la burguesía, pero la falta de organización y propuesta propia de
la clase dió luz verde para que el enemigo se reorganice y logre instalar la
posición del Estado burgués donde debe estar. Como afirmó Marx el Estado
patronal es: producto directo de las contradicciones de clase, es un órgano
de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y
afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. El
kirchnerismo vino a lavarle la cara a la crisis política burguesa, con tintes
“progresistas” intenta mostrarse distinto de forma, manteniendo en su esencia
las mismas características del neoliberalismo que lo vio nacer. No obstante esta
situación debe ser abordada por los compañeros que estén detrás de la
construcción cotidiana de un proyecto revolucionario y emancipador. Ante la
debilidad de la burguesía y de viejos paradigmas conservadores se abre un camino
de reivindicaciones democráticas que marcan la tarea del ahora. La coyuntura
actual nacional e internacional, en donde la lucha corre el eje de discusión y
ya no se pelea por lo imprescindible puede generar un proceso de acumulación
positivo para la clase. No son buenos tiempo para la Revolución cuando se lucha por lo
imprescindible decía el Che, pero es muy necesario destruir todo tipo de
afirmación reformista de la revolución pasiva mediante cambios mínimos para que
nada cambie. En nuestro país cerca de la mitad de los trabajadores estamos en
condiciones ilegales; nuestra participación en el PBI sigue por debajo de los
índices históricos; grupos minoritarios extranjeros y nacionales expolian al
país a costa de nuestra explotación y la contaminación cotidiana, cientos de
niños mueren a diario por problemas de desnutrición o enfermedades curables; los
aumentos salariales están muy por debajo de los índices de inflación; los
gremios y centrales de trabajadores siguen copadas por la burocracia asociada a
los empresarios y el gobierno; este gobierno, como los anteriores, nada tiene
para ofrecernos sino más capitalismo con la consecuente explotación, opresión y
muerte.
Entender el contexto en
el que estamos inmersos es una tarea necesaria para canalizar los esfuerzos en
post de la elevación política de las masas. La organización para dar respuesta a
cada uno de los ataques de las patronales y su gobierno es una necesidad, pero
mas necesario es la construcción de un programa político que logre romper con la
agenda burguesa, generando así el protagonismo necesario que tenemos que tener
como clase. Discutir qué país, qué barrio, qué educación, qué futuro queremos es
la lucha del presente para un futuro nuestro, proletario y
Socialista.
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