NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... CRECEN DESDE EL PIE!

domingo, 25 de noviembre de 2012


Cuando el Paraguay fue independiente de verdad…

 

E

s por demás conocido que el origen cultural de la nacionalidad paraguaya se remonta a la cultura guaraní, que se había expandido en ciertos rasgos esenciales –idiomas y dialectos, prácticas económicas y religiosas, mitos y leyendas- por gran parte del centro y Norte de Sudamérica, e incluso en el Caribe. Los indígenas caribes y arhuacos son grupos tupí guaraníes que buscaron su expansión por las Antillas. Y a pesar de esta enorme influencia cultural, desde el Plata hasta el Caribe, nunca buscaron ejercer el dominio político por fuera de las tierras comunales de cada tribu. Practicaban lo que Marx y Engels llamaron el comunismo primitivo, aunque ya se estaba desarrollando la agricultura como complemento alimentario.

La supuesta integración pacífica con los conquistadores españoles (acotada, por cierto, sólo a la gobernación del Paraguay) encierra, olvidada, la lucha de los pobladores del área de Asunción, que pelearon hasta ser muertos o esclavizados. El cacique Lambaré quedó recordado en el nombre del cerro situado en la capital. La forma clásica de dominio español, en aquellos primeros años, fue la obtención de mujeres. Hasta la misma España llegaron las noticias acerca del escandaloso “Paraíso de Mahoma” sudamericano, en alusión a la poligamia permitida a los musulmanes y pecaminosa para los cristianos.

Ya a mediados del s. XVIII se produjo un suceso que se recuerda como antecedente de la independencia: la Revolución de los Comuneros. Se trató de un levantamiento general en defensa de la propiedad comunitaria al estilo guaraní, que logró ser reprimido con refuerzos enviados meses más tarde desde Buenos Aires.

Por eso, cuando Belgrano, antes de retirarse luego del heroico combate de Tacuarí, habló con los generales Yegros y Cabañas y les explicó a qué había ido con ese ejército, apenas se necesitaron 65 días hasta que el pueblo se sacó de encima dos dominios a la vez: el de España y el de Buenos Aires. Poco después se hizo cargo del gobierno el doctor Gaspar Francia –ninguneado por la historiografía argentina- que revivió las bases generales del sistema guaranítico pero aplicándolo a un país entero. Así, el jacobino mulato a quien en el resto de Sudamérica se trataba de tirano logró junto al pueblo evitar las guerras civiles que desangraron al resto de los Estados en formación. Libertad a los esclavos, educación pública y gratuita que acabaron (hace 180 años) con el analfabetismo, estancias del Estado donde se producía y también se podía tomar lo que se necesitara, monopolio estatal sobre las exportaciones, cierre de las importaciones, uso de la lengua propia a la par de la impuesta por los conquistadores… ¿Cómo no lo iban a llamar “tirano oscurantista” personas como Rivadavia, Rosas o el emperador del Brasil?

Muerto Francia llegó el turno de Carlos Antonio López, quien avanzó más aún, con una base tan sólida. Construyó una acería, ferrocarril, fábrica de cañones, astilleros, educación secundaria, mandó estudiantes becados a Francia. Eso ya se les hizo insoportable a los librecambistas, tanto a los sudamericanos como a sus protectores de los países industrializados. El sucesor de López, su hijo Francisco Solano, tuvo que hacer frente ya hacia 1859 a la entrada en aguas jurisdiccionales de una fragata estadounidense (¿y la “soberanía nacional” argentina sobre el Paraná?), expulsada desde la costa a punta de lanza. Fue el preludio de lo que vendría, había que mostrar a los ojos de tantos pueblos todavía no del todo controlados en el mundo lo que les pasarían si tomaran ese camino.

Como no se podía atacar al Paraguay sin motivo, los liberales argentinos y el emperador brasileño provocaron un golpe de estado en Uruguay. El gobierno depuesto, Blanco, era partidario de Solano López. El entrante, Colorado, de los porteños y del Brasil. El presidente paraguayo se sintió encerrado en una pinza que le cortaba el río de la Plata. Lo demás es historia conocida: intervención paraguaya, Guerra de la Triple Alianza. Aunque se trató de evitar durante más de un siglo en la historia de nuestro país, no hay que olvidar que los soldados “voluntarios” argentinos (excepto los porteños y rosarinos) fueron llevados engrillados hasta el teatro de operaciones. Y los brasileños eran esclavos, a quienes se les prometía la libertad a cambio de meterse a pelear. Los uruguayos eran un número insignificante, porque los Blancos habían iniciado la guerra civil en su propio país, así como en Argentina lo hiciera Felipe Varela.

El Paraguay que solemos imaginar, pobre, analfabeto, corrupto, mafioso, es el que dejó la victoria aliada del 1º de marzo de 1870. Ese legado lleva más de 140 años y explica cómo y por qué los Colorados y Liberales siguen haciendo sus negocios y que el pueblo tenga tantas dificultades para enfrentarlos con cierta organización.

 

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