Palabras
previas
A
las enseñanzas del Gringo Tosco, al compañero Miguel Galván militante del
MOCASE asesinado por el modelo sojero, por la justicia al compañero Mariano
Ferreira, al legado vivo del compañero Ernesto Guevara.
S
|
e
agudizan los cruces en el marco de la política argentina. Oportunistas de toda
talla buscan hacer su maniobra para ubicarse, para vender, para mostrarse como
diferentes, como solución a las necesidades del conjunto del pueblo. Todos
recurren de alguna forma a retóricas progresistas. Las palabras pueblo,
inclusión, derechos humanos, salud y educación publica, están en boca de casi
todos los politiqueros de alfombra roja, que comienzan a desfilar de cara a las
futuras elecciones del 2013 y 2015. Pero la retórica no encuentra su eco con la
realidad, los estudiantes secundarios se organizan, toman colegios, instalan el
debate en los medios en defensa de la educación publica, mientras los
oportunistas tratan de sacar tajada, buscan esconder de alguna forma que lo que
sucede en la Argentina es el canje de deuda por educación. Otro tanto reflejan
los médicos de la provincia de Buenos Aires y Capital Federal que se movilizan
ante la falta de insumos, y qué podriamos decir sobre las cataratas de agua en
plena lluvia en el Hospital Clínicas, supuestamente destinado a la alta
complejidad, dependiente del ministerio de Educación de Nación.
Oportunistas
y vende humo que se llenan la boca con los derechos humanos, y es justamente en
el Día del Desaparecido que se detienen a activistas populares y se los llevan
a Campo de Mayo, con lo que esto significa para la memoria colectiva de nuestra
clase. Derechos humanos que no están presentes en los barrios militarizados por
fuerzas que se dicen diferentes, pero matan o persiguen a los pobres y
mantienen los negocios como lo hicieron históricamente. Aquellas fuerzas que
son pedidas a gritos ante los sectores medios urbanos paranoicos de tanta
inseguridad agitada por las usinas de desinformación, y canalizada por el
aparato del Estado que incentiva el reclutamiento de jóvenes a sus fuerzas
represivas. En la primavera del miedo florecen policías en cada esquina,
prefectos sin mar en medio de la ciudad, alarmas, electrificaciones y un
batallón enorme de hombres y mujeres pertenecientes a los ejércitos privados de
las compañías de seguridad. Compañías repletas de ex políticas y miembros del ejército
acusados de haber formado parte de la historia negra de nuestra Argentina. En el
verano del miedo crecen los negocios inmobiliarios, se levantan countries y
rascacielos que recuerdan aquellos feudos en el que las murallas protegían del
enemigo invasor. Ciudades cerradas, barrios cerrados, rascacielos que no se
habitan, que están lejos de ser proyectos que cubran la necesidad habitacional
existente, que definen portación de cara y que la pertenencia de clase marca
cual es tu lugar en esos “paraísos” capitalistas.
Con
discursos que comienzan con “los trabajadores” Moyano viene haciendo de las
suyas, se indigna con la reforma de la ART, se pelea antes las cámaras, pero no
ha dicho nada en los últimos años sobre las condiciones laborales que generan
mas de 900 mil casos convalecencias laborales por año. Tampoco pareció
recordar, en aquellas épocas doradas donde apoyaba al modelo de la “inclusión
social” kirchnerista, que garantiza el
crecimiento a costa del trabajo precario, el trabajo ilegal, de los talleres
clandestinos, de las patotas sindicales que acallan cualquier voz disidente.
¿Acaso le interesan los trabajadores o el negocio de los juicios de carroña
ante los daños laborales? Oportunistas, traidores, que se disfrazan de
combativos para ubicarse en el desfile de la politiquería burguesa, que ante el
alejamiento del gobierno se cobijan en las garras de Clarín, defienden las
movilizaciones de la FFAA y dan crédito a los cacerolazos de teflón motorizados
por la pequeña, y no tan pequeña, burguesía urbana. Indignación es lo que
genera este sector que sale a la calle cada vez que le tocan el bolsillo, que
se indignan ante los controles de los dólares, que fugan las ganancias que
obtienen explotando a nuestra clase a paraísos fiscales, en viajes lujosos o en
campos de muerte de soja. Bronca genera cuando se creen los representantes
legítimos del pueblo, ¿qué pueblo?, pues si ellos son pueblo nosotros somos
definitivamente otra cosa.
Asco
genera el verso de la transformación por etapas, de que hay que ser pacientes,
no ser idealistas, de que nos estamos desarrollando, de la mano de Monsanto, la
Barrick o la industria automotriz. La lógica de la herencia, que se hace lo que
se puede, que en la política todo vale, y que no queda otra que darse una
política con los punteros de los barrios, los barones del conurbano o los
feudos provinciales es lo que se repite en la política sin razón. Basta del
chamuyo anti monopólico cuando se entrega la economía a unas pocas empresas,
cuando Carrefour define los precios y se lo galardona entregándole la saqueada
línea Eki, cuando se burla a la gente diciendo que se puede vivir con 6 pesos,
que el salario mínimo es el mejor de Latinoamérica y tenemos que aplaudir,
claro que podemos hacerlo, si tenemos las manos vacías que nos lo permiten.
Estos
son nuestros “representantes”; dejá, mejor formemos otros. Mejor seguimos
intentado buscar salidas propias, organización desde abajo, mecanismos
democráticos y representativos de la clase. ¿Que es más difícil? Seguro, pero
sólo la organización de los trabajadores, con independencia de clase, con
objetivos concretos, reales, con un plan estratégico hacia la toma del poder,
sin sectarismos ni oportunismos de vidriera, nos permitirá dejar atrás esta
lacra, abandonar el mal menor, despojarnos de tanto reformismo, y construir una
sociedad nueva.
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