Febrero se lleno de “debate” en
torno a la minería, de duras críticas por parte de la prensa y de los
“representantes” políticos a los gobiernos nacional y provinciales, incluso en
el reparto también la ligaron los manifestantes.
El cerco mediático se ha
restaurado en torno al tema minero en el país. Conflictos que en algunos
pueblos han tenido un largo desarrollo de grandes enfrentamientos por parte de
la población y que hubo logrado la expulsión de las empresas y el freno a
varios proyectos… si algo tiene de bueno esta situación, por así decirlo, es
que nos permite tomar distancia de la inmediatez para reflexionar y, en todo
caso, plantearnos algunas de las preguntas evitadas intencionalmente por la
misma prensa y “representantes” políticos que tuvieron que salir a hablar de la
minería. No podemos dejar de renombrar que el tema lo ha instalado la lucha de
los pueblos y que estos buscadores eternos de consenso y legitimación no
pudieron más que “debatir”.
El debate planteado en torno a
la minería tiene tanto de sinceridad como tuvieron de democrático las conferencias
de prensa que dieron De Vido y el saliente Schiavi, en la que los periodista debían
cerrar la boca, estaban prohibidos hacer preguntas, respecto del accidente de
Once, las 51 muertes y los más de 700 heridos. Pero en estos días en los que el
Estado será querellante en esta causa, evitando así la acusación en los juicios
que las familias de las victimas iniciaran, no sabemos por qué un tema tan
crucial para el país, como lo es el desarrollo minero, desapareció de los
diarios y la tele, de la radio y los medios masivos de comunicación en general,
oficialistas y opositores.
¿Qué esta sucediendo en los
pueblos de Tinogasta, Famatina o Belén (para nombrar algunos de los más
conocidos)?, ¿En qué estado se encuentran los luchadores hostigados por la represión?
¿Bajó el nivel de tensión allí donde la falta de muertos por la represión fue
solo pura suerte? ¿qué pasó con los periodistas del grupo clarín tan
preocupados por la causa, acaso encontraron otro frente por donde golpear al
gobierno?
El debate minero.
Está claro que el eje de esta
discusión se corrió, de la “autodeterminación del pueblo” pasamos a hablar de
si “la minería es buena o mala” y a plantear una dicotomía absurda “minería
contaminante o no contaminante”. Los intereses
encubiertos estaban a la vista de unos y otros que buscaron desviar el debate
hacia callejones sin salida, hacia reformas capitalistas.
Es común escuchar a la casta
política decir o repetir, que la minería contamina como cualquier industria
queriendo así justificar los costos del “progreso”. Algo cierto, en el marco
del sistema capitalista, donde es inevitable hablar de industria sin tener en
cuenta su grado de contaminación e impacto ambiental. Lo que sí es evitable es
que estos grupos económicos tengan luz verde para operar sobre territorio
argentino con total autonomía, que dispongan de los recursos, y de los métodos
de extracción, sin ningún tipo de regulación como fueron los enclaves
productivos en la época colonial. Pero
forma parte de las reglas del capitalismo financiero, la atracción de
inversiones viene acompañada de estas prácticas coloniales. Este es quizá
el argumento común de quienes reducen la cuestión minera al punto de vista
nacional. Si las compañías que llevan adelante estos proyectos fuesen
nacionales, o dejando gran cantidad de dinero al país quizá para ellos no seria
tan aberrante.
Y si nos ponemos a mirar la
cuestión desde el lado ambiental nos molesta preguntarnos por qué el gobierno
hace oídos sordos a este reclamo y trata de tapar el punto creando una comisión,
corporación de provincias mineras comprometidas en la defensa del medio
ambiente y los recursos estratégicos. Este nuevo organismo no es más que una
fantochada del gobierno que mas que defender los recursos estratégicos en
armonía con las necesidades humanas parece estar defendiendo el negocio de las
corporaciones mineras. Mas que hacer uso de la soberanía en el país parece
estar entregando lo mas milenario y sagrado que tiene nuestra Indoamérica, que
es la maravillosa cordillera de los andes, hoy dinamitada y dolorida por las
perforaciones del capital multinacional. El imperialismo económico no tiene patria
ni bandera sino que es dueño de los
negocios del mundo, en este caso, de la minería.
Y molesta realmente preguntar
esto al gobierno que ayer de manera oportunista se puso a la cabeza de otra
lucha ambiental, la del río Uruguay con epicentro en Gualeguaychú en contra de
Botnia. Recordemos el “énfasis” que puso el gobierno para tratar de frenar el
negocio de la empresa en el Uruguay del Pepe Mujica. Al gobierno le era fácil
salir a “combatir” un proyecto contaminante del cual no iba a ver un centavo y
encima sirvió para “unir” al pueblo argentino en un justo reclamo ambiental.
Contradicciones K.
Si vamos a las matemáticas un
54% del total de votantes en la última elección hace que entre uno y el que
tiene al lado o enfrente, exista un ciudadano que haya depositado expectativas
en el gobierno actual, probablemente siguiendo la línea del discurso y unos
cuantos hechos del gobierno en estos últimos ocho años de ejercicio. Y si averiguamos un poquito nomas de quienes
son las UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas), en boca de muchos por llevar
adelante las actividades en contra de la minería, encontramos rápidamente que
se componen de la mas variada diversidad política e ideológica, ya que como su
nombre lo indica, la UAC reúnen al conjunto de ciudadanos que defienden lo mas
inmediato allí en sus pagos, es decir el territorio y sus recursos. Muchos de
los integrantes de las UAC afirman haber votado al gobierno, pero nunca estas
políticas.
Es llamativo como el doble
discurso se hace presente en cada conflicto, un gobierno que se pronuncia
justamente por la soberanía argentina de las islas Malvinas, con los recursos
naturales que debieran pertenecer al pueblo argentino y al mismo tiempo
sostiene una economía extranjerizante en complicidad con grupos económicos
transnacionales que depredan nuestros bienes y solo nos dejan lo que en sus
países de origen les está prohibido por diversas leyes y reglamentaciones: contaminación
en el ambiente, tierras arrasadas por estas prácticas que jamás volverán a
recuperar su potencial si dejamos que avance el cianuro y el saqueo... Y si de
control estatal se trata la tragedia de Once, el avance del monocultivo por
parte de los pooles de soja transgénica
en zonas frágiles y un larguísimo etc. deja a las claras cual es el verdadero
rol del Estado.
Algunas conclusiones del debate:
El gran tema de la cuestión no
es si son nacionales o extranjeras las empresas, si aumento o no la solicitud
de minerales producto de la demanda de oro luego de la crisis del 2006 o el
crecimiento industrial de India o China. El eje del debate debe ser hasta dónde
es posible la intervención del hombre en la naturaleza, dónde esta el eje de la
necesidad productiva, en el hombre o en el mercado. En el marco del sistema
capitalista las necesidades del mercado son las que marcan los ritmos de
producción, los métodos, y sus consecuencias. El avance tecnológico hace que el
hombre pueda sacar provecho de recursos antes inaccesibles, sembrar en zonas
inimaginables, extraer riquezas de zonas anegadas y destruir una montaña entera
para recoger el material minero disperso, antes imposible de comerciar. Por
esto que el eje no son las regalías ni la bandera del enclave productivo, el
eje es la humanidad, algo alejada de la gran mayoría de intelectuales,
políticos y empresarios que ponen en el centro de la escena del debate al
capital. El avance de los medios producción, la incorporación de tecnología
cada vez mas sofisticada nos permite hoy tener los recursos técnicos para vivir
en armonía con nuestro gran hogar: el planeta tierra. Por todo esto, que
reducir el debate ambiental a cuestiones coyunturales si minería si o no, si
pasteras si o no, no son mas que reduccionismos de un gran debate de fondo: el
capitalismo como sistema político, económico y cultural no es sostenible con el
desarrollo de la humanidad y a lo único que nos lleva es al colapso como
especie, como planeta.
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