Por: Mario Fernández
Todos los días al ir a
trabajar, desde que nos subimos a un colectivo repleto, un tren en que no cabe
un alfiler, con gente en los techos o agarrada apenas del pasamanos, llegamos
sacando la lengua a fichar en la fabrica o en la oficina o cualquier trabajo que
hallamos conseguido, escuela, hospital, casa de familia, una changa en
fin…
Pero inevitablemente
casi todos los días renovamos nuestra confianza.
El colectivo o el tren
vendrán vacíos, llegaremos siempre temprano al trabajo, siempre tendremos
trabajo, nuestro sueldo llegara a alcanzarnos el próximo mes. Trabajaremos con
alegría sin que nos maltraten y sin tener que trabajar hasta agotarnos todos los
días, nuestra familia estará bien con escuelas y hospitales de primer nivel, con
una buena casa como nos merecemos por mantener el mundo caminando, las fabricas
produciendo, los trenes funcionando, la basura recogida diariamente,
garantizando los servicios de luz, agua y gas, y aunque merezcamos, ahora, como
ayer, como siempre nada sucede, no hay milagros.
Pagaremos obligadamente
lo esencial, viviremos de la peor manera, muchos de nosotros ni siquiera
tendremos trabajo, ni luz ni agua potable ni comida ni derechos, seremos
golpeados o asesinados por la policía, los patovica, las patotas. Los pobres
pelearemos con otros pobres por un plato de comida o por el elemental derecho de
vivir.
Entonces, ¿por qué
siempre confiamos que las cosas van a cambiar? ¿Por qué siempre terminamos
creyendo palabras huecas, de forma, palabras que los ricos y poderosos vienen
repitiendo desde hace tanto tiempo?
Es nuestra hora, los
plazos están acabando, nadie nos salvará si no nos salvamos nosotros. Tenemos
enemigos poderosos que tratan que no pensemos, que nos explotan sin piedad y son
ricos a costa de nuestra sangre y nuestro trabajo, que ahora nos echan porque
dicen que no somos necesarios porque una maquina y un trabajo mayor, para los
pocos que lo tienen, alcanza para que sean cada vez mas ricos. ¿Y nosotros?
¿Acaso les importamos? ¡¿¿Importa si tenemos lo suficiente para vivir??!
Entonces, ¿por qué
confiamos? ¿Por qué aparecen en la tele señores de traje y corbata, de sport,
con ropas caras y elegantes, con mujeres hermosas con vestidos caros, todos
alegres porque la vida es algo bárbaro,(es lo que quieren que creamos)? ¿Todos
podemos navegar en yate, comprarnos una casa enorme y lujosa, pasarnos todas las
noches bailando y bebiendo, jugar al polo, golf o practicar surf en las playas
del caribe, o reírnos con los famosos que cantan bailan o hacen el
ridículo?
Si la inmensa mayoría de
nosotros jamás va a vivir de esa manera, deberíamos empezar a practicar la
desconfianza. Desconfianza en los que nos venden lo que no podemos
comprar, nos ofrecen lo que no podemos tener, nos prometen lo que no quieren que
tengamos y nos piden esfuerzos solo para que ellos no pierdan, pero nunca nos
harán ganar lo que merecemos y debemos ganarlo luchando con grandes
sacrificios.
Desconfianza en los que
gobiernan porque nunca cumplen sus promesas, desconfianza en los políticos de
los ricos porque siempre han gobernado para ellos y jamás lo harán para
nosotros. Desconfianza en todos los patrones porque siempre nos exigen que
trabajemos para levantar o mantener la fuente de trabajo y, nunca nos dicen que
es para que ellos sigan ganando o ganen mucho más a costa de nuestro esfuerzo.
Pero jamás nos dan un aumento si no nos enfrentamos con unidad contra ellos y,
entonces nos reprochan favores que nunca nos hicieron y lo desagradecidos que
somos por pedir estar un poquito mejor. Pero pocas veces nos atrevemos a pedirle
lo que realmente nos pertenece: una vida digna, trabajar para vivir y no como
ahora que vivimos para trabajar.
Desconfianza en aquellos
que empezaron como nosotros y ahora son ricos sindicalistas que se olvidan de
sus orígenes y traicionan impunemente aliándose a sus patrones, siendo como
ellos aunque vistan como nosotros.
Como si fuera poco,
muchísimos argentinos y de otros países ni siquiera tienen trabajo para vivir
trabajando y solo mueren esperando con sus hijos desnutridos y hambrientos,
deseando conseguir algún laburito para ser explotados y
humillados.
Y pensar que muchos
creen que vivir en una villa o asentamiento o casa tomada es una manera fácil de
vivir, invitamos a cualquiera a compartir todas las penurias a que someten a
nuestros hermanos aquí, en todo el país y en el mundo porque los burgueses
(ricos) solo piensan en su ganancia, jamás en las personas, que solo somos
figuritas que se cambian fácilmente.
Solo uniéndonos todos
los que trabajamos, los desocupados, los pobres de la ciudad y del campo, para
cambiar este mundo de injusticias, vamos a vivir en un mundo mejor, para ello
debemos dejar de temerle a la cárcel, la persecución y el que dirán, y luchar
definitivamente por nuestra libertad.
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