“Mis ilusiones son que sigamos aprendiendo,
que de a poco logremos erradicar la crueldad con la que debemos convivir a
diario. Que no haya más presos/as, que no exista la miseria, que podamos decidir
todo por nosotros mismos, que nos dejen vivir en paz, que la ternura invada las
ganas de vivir de cada persona, generando la amplitud de pensamiento y la
conciencia colectiva nos genere esa ideal calidad de vida”. GALLE, EZEIZA,
JUNIO 2011
La Galle
Karina Germano Lopez, se vuelve un reflejo, un símbolo, su situación deja al
descubierto, el verdadero rostro de este sistema.
Desde el año
2002 a la Galle le quitaron el horizonte, hace ya casi diez años que la siguen
los sonidos de las rejas al cerrarse, tan fieles como su propia sombra. Nueve
años de encierro y 21 años por delante de condena. A la Galle! Nuestra
compañera, marcada desde niña por lo más oscuro de nuestra historia, la
dictadura genocida del `76. Quizás esa enseñanza, la del dolor por el secuestro
de ella y su familia y la desaparición de su padre, fue el camino que encontró
para desarrollar una fuerte personalidad, acompañada de una sensibilidad notable
y solidaridad consecuente.
Desde el
movimiento Okupa en España, país donde vivió exiliada, hasta nuestra Argentina,
donde entre su búsqueda personal, entremezclada con sentimientos de liberación,
se dedica a la lucha contra la impunidad. En ese entonces H.I.J.O.S. fue su
espacio de lucha. El 2002 la encuentra militando en Brasil, país que la condena
a 30 años de prisión. Su relación con los compañeros que secuestraron al
empresario Washington Olivetto, empresario paulista, dueño de varios medios de
comunicación, al estilo Magneto, un multimillonario, a quien pretendían cobrarle
en dinero una mínima parte en relación al daño que causa a nuestras sociedades,
cuyo destino sería financiar la organización de causas latinoamericanas. Sus
propios compañeros de causa la habían absuelto de los cargos que se le
imputaban. Se trata de Mauricio Hernández Norambuena, militante del Frente
Patriótico Manuel Rodríguez, de Alfredo Canales Moreno y Marco Rodríguez Ortega,
militantes del MIR-EGP (Movimiento de Izquierda Revolucionaria-Ejercito
Guerrillero de los Pobres), de los compañeros colombianos Marta Urrego Mejía y
William Gaona Becerra.
Esta operación
de secuestro de un multimillonario se inscribía en el contexto de acciones
internacionalistas destinadas a profundizar la lucha revolucionaria en el
continente, era de naturaleza política y tenía un objetivo político. Esta lucha
no conoce fronteras y exige la unidad y la cooperación de los revolucionarios
Después de su
detención fueron salvajemente torturados En primera instancia, fueron condenados
a 16 años de prisión, reconociendo el tribunal el carácter político de los
hechos. Pero en noviembre de 2003, bajo la presión de la derecha, el Tribunal
Superior de Sâo Paulo negó el carácter político de la acción y aumento las penas
a 30 años de prisión y un régimen excepcionalmente severo.
Una condena
inédita para que el mensaje quede claro. La envergadura de la condena no puede
tener otro motivo que no sea político. No eran delincuentes comunes, para ellos
eran subversivos y eso no lo podían permitir. Semejante acción de militantes
políticos, cuando ya creían que el fin de la historia nos había consumido y la
Galle se movía entre compañeros, entre hombres y mujeres que se arrojan a la
acción por sus ideas. 30 años de encierro fue la respuesta.
Una vez
trasladada a la Argentina en 2006, el ensañamiento llegó a no respetar siquiera
las leyes que el sistema nos impone. Con una “justicia” que hizo carrera en
tiempos de dictadura, donde fiscales, como Hermelo, acusado de “legalizar” los
bienes que los grupos de tareas les robaban a los desaparecidos y jueces como
Mitchel, acusado de legalizar la apropiación de un bebé hijo de desaparecidos,
deciden sobre los beneficios que le corresponden por ley a nuestra compañera. La
Galle quien sigue luchando entre rejas nos demuestra que no hay prisión para su
espíritu. Nuestro deber, luchar por ella hasta que la galle esté en la
calle.
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