En el
primer mandato del PRO en la Capital Federal quedo bien claro cuales son sus
prioridades. La educación publica fue una de sus zonas de mayor conflicto, la
sub-ejecución del presupuesto a la educación, los subsidios al sector privado,
las movilizaciones masivas de estudiantes en 2010, junto a los enfrentamiento
con los trabajadores de la educación durante toda la gestión, generó dio el
última enfrentamiento justo antes de finalizar su primer mandato. Análisis y
balance para el futuro que viene en boca de compañeros que participaron
activamente.
Contexto.
El conflicto
docente en la Ciudad de Buenos Aires tuvo idas y vueltas según los actores y la
profundización de la lucha en contra del proyecto del PRO para eliminar las
Juntas de clasificación docente. El estatuto, cuyo convenio fue construido y
ganado por los docentes en el año 85 fue avasallado por un puñado de
legisladores. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires demostró su intención de
no consensuar las formas en que llevaría a cabo dicha reforma, y siguió adelante
haciendo oídos sordos a las masivas movilizaciones que desde hacía muchos años
no se veían. Actividades por distrito, charlas, festivales, movilizaciones y
paros masivos fue la respuesta docente a la tozudez del PRO. Pero el panorama no
fue tan claro y los grises se mezclaron entre blancos y negros.
A pesar de las
corrientes sindicales y las diferencias políticas de las estructuras gremiales,
los docentes se encontraron unidos en un mismo reclamo, pero en el transcurso
del conflicto salieron a la superficie las diferencias que los caracteriza en
cuanto a la construcción y a las definiciones que tienen principalmente los dos
gremios más importantes de la Ciudad: UTE y Ademys. El primero fue resolviendo
medidas de lucha que se limitaban al paro, según como iban tratando el proyecto,
el segundo mostraba contundencia en ejercer el derecho a huelga, pero lo más
novedoso fue dar la lucha para que el resto de la población se solidarizara con
la lucha docente. Fue entonces que se organizaron diversas actividades por
distrito y por escuelas, dentro y fuera de las instituciones, en las plazas y en
las calles. Las asambleas, como método de organización y debate, demostraron su
carácter democrático y dieron lugar a la participación de las bases, esto
produjo un rápido crecimiento en la movilización y en el apoyo que supo ganar
este sindicato. Docentes independientes, agrupaciones estudiantiles y movimiento
sociales, fueron engrosando las filas de esta lucha. Todo esto en base a la
determinación de ir a fondo, no solo en contra del proyecto del PRO, sino
también en las formas en las que se permitía llevar adelante. La discusión no
podía ser en la legislatura, debía ser desde las bases, en las escuelas, bajo
las formas de la democracia directa de los trabajadores, y solo desde aquí debía
y debe surgir un proyecto que modifique el estatuto docente.
Día de definiciones.
El jueves
primero de diciembre era el día D para los docentes, el acampe y la vigilia del
día anterior habían sido un éxito. La mañana nos encontraba a la espera de los
legisladores y el abrazo a la legislatura se hizo efectivo. Bombos, platillos y
redoblantes sonaban en cada puerta del edificio, docentes y estudiantes se
manifestaban ante la llegada de quienes se arrogan el poder de decidir sobre
miles, ahora nos iban a escuchar. Fue cuando una patota de alrededor de 80
matones, jóvenes en su mayoría, interrumpió la manifestación a fuerza de golpes
y palos para permitir el ingreso de los legisladores del PRO. Este parece ser el
método en estos tiempos, lo hicieron en el Indo americano y en Avellaneda,
dejando como saldo muertos y heridos, una policía cómplice que libera la zona y
patotas que hacen el trabajo sucio. En esta oportunidad no pasó a mayores, solo
algunos docentes golpeados y conmocionados, pero dejó en evidencia la falta de
previsión ante este método de represión, no supimos enfrentar a esta fuerza de
choque para por lo menos garantizar la seguridad de los compañeros y la
continuidad de la manifestación. Replegarse fue la respuesta espontánea hasta
que los "manteros" se hicieron presentes, ellos ya habían sufrido las agresiones
de estas patotas para amedrentarlos y no permitirles la venta ambulante. Vale
recordar que ese día se trataba en la legislatura el proyecto para sacarlos de
sus espacios de trabajo, justo aquí quedó en evidencia otro error, la falta de
coordinación con este otro sector en lucha.
Lo que estaba
claro hasta ese momento era que el conflicto no debía agudizarse hasta que la
masa docente estuviera presente, la marcha a la legislatura era a las tres de la
tarde y recién era el medio día. A pesar de los golpes recibidos y la
manipulación mediática, ya que había medios que planteaban que la patota que
agredió a la manifestación, era parte de la misma, los docentes y estudiantes no
se iban, por el contrario, a medida que corría el tiempo había más gente. Pero
la bronca y la impotencia no permitían la calma, la patota ya se había retirado
y la movilización estaba creciendo. Eran las tres de la tarde y estaba en curso
la mayor marcha docente en décadas, miles se estaban movilizando en contra del
proyecto, el ejercicio democrático de la movilización popular estaba siendo
desoído una vez más, los legisladores ya estaban sesionando. La concentración en
las puertas de la legislatura era contundente. Ademys pudo ver en la cantidad
que engrosaba su columna, el resultado que deja el ejercicio de la democracia
sindical, pero la falta de firmeza en los objetivos planteados produjo un
estancamiento, que acompañado por una falta de iniciativa, hizo que al pasar la
tarde la movilización se fuera achicando. El proyecto no iba a ser archivado,
eso ya se sabía, había intereses muy poderosos en juego. A la iniciativa del
macrismo de que salga la reforma si o si, se le suma que los legisladores se
jugaban su próximo puesto en el poder y, por lo tanto, la única forma de que no
saliera el proyecto era que no siguiera la sesión en curso. Había quienes
planteaban en la dirección de Ademys que no había consenso, que los docentes
eran pacíficos y que no irían al choque, que los medios usarían esto como excusa
para desvalorizar el reclamo. Hoy nos preguntamos que tipo de termómetro se
puede usar para hacer esta interpretación, la lucha no debería ir al ritmo del
más lento y lo importante no es que toda la masa confronte, pero si que
acompañe, si hay compañeros golpeando las puertas e intentando ingresar al
recinto, lo importante es que nadie se retire y ahí está la forma de medir los
métodos más apropiados, sobre todo en un momento clave en el cual buscaban
engañarnos con el proyecto de Abrevaya, legislador por la Coalición Cívica, que
estructuralmente planteaba lo mismo que el del PRO. Si la sesión era
interrumpida, el proyecto no salía, vale aclarar que las condiciones no estaban
dadas para ingresar ya que la infantería se encontraba dentro del edificio, con
balas de goma y gases, preparadas para impedir cualquier intento de ingresar,
pero como quedó demostrado esa misma noche, donde un grupo de militantes, que
venían acompañando el conflicto y participando de las reuniones, generó
disturbios que derivaron en represión y enfrentamiento con la policía, casi
interrumpe la sesión ante el nerviosismo que envolvía a los legisladores. Este
pequeño grupo, estudiantes en su mayoría, no eran infiltrados, sino compañeros
que participaron activamente de todo el conflicto decididos a no permitir este
atropello contra los derechos de los trabajadores. Compañeros que casi consiguen
que se interrumpa la sesión ya que el clima de tensión generado desde afuera
provoco que adentro haya legisladores que plantearan que en estas condiciones no
se podía seguir. La represión con balas de goma y gases desde las ventanas de la
legislatura y las patotas enviadas a golpear a los docentes, fueron el
instrumento necesario para poder aprobar este proyecto.
Algunas conclusiones:
Todo este
conflicto dejó a las claras el rol que cumple cada sindicato como así también
algunos interrogantes. La conducción de UTE no impulsó una lucha que pudiera
masificar este reclamo, no fomentó ni siquiera la participación de sus propios
afiliados, ni superó la medida del paro. Ademys supo construir en el tiempo y
aplicar durante el conflicto herramientas democráticas que permitieron la
participación de los docentes, afiliados o no y de otros sectores de la
sociedad, pero no supo conducir el conflicto el día en que se aprobó el
proyecto. CTERA una vez más demostró la falta de respuesta a los conflictos
docentes, priorizando sus intereses políticos, por encima del de los
trabajadores. Y el resto de los sindicatos, una vez más demuestran la poca o
nula representatividad que tienen entre los docentes, consecuentes de que su
existencia no es más que para ofrecer cursos de capacitación.
Los
interrogantes que nos planteamos son cómo instrumentar medidas de lucha que sean
superadoras del paro, lo que sin dudas implicaría un nivel mayor de
organización, ya que el paro es la forma que el sistema nos permite. Si bien
este es un ejercicio legítimo nunca debe ser descartado, en casos como el de
amplios sectores del Estado no estamos frente a un patrón al cual le paramos la
producción y afectamos su ganancia, hay otros actores en juego que se ven
perjudicados, por lo cual no es conveniente limitarnos ni abusar de este método.
También creemos imprescindible no perder la masiva participación docente que se
logró, incentivando espacios de discusión y debate en las escuelas, los
profesorados y asambleas, discutiendo el estatuto, el proyecto de Abrevaya,
concientes sobre la profundidad que persigue esta reforma. Este nuevo proyecto
no solo no se encuentra reglamentado en su totalidad sino que no puede aplicarse
antes del 2013. Plantearnos la continuidad de esta lucha implica un compromiso
de los trabajadores, estudiantes y la comunidad educativa en general para llegar
con un contraproyecto concreto, discutido y defendido en el marco de la
participación activa, directa y democrática. Demostrando una vez mas que la
democracia de los trabajadores, con participación popular, se opone a la
"democracia" de los sordos.
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