“Los Artistas
Revolucionarios de siempre”
Ultimo número del año, a casi días de cerrarlo y concluyendo
con un gobierno que paradójicamente, está empezando.
Como acostumbramos en las ediciones anteriores, Arte
Revolucionario intentó llegar a los artistas que mediante sus más fervientes
expresiones se manifiestan por sobre todo ante el descontento de no poder ser
libres aún. No hablamos de la libre expresión necesariamente porque aquellos
artistas reconocidos dentro del ambiente del Arte, hoy día no tienen coartada su
libertad. De lo que si hablamos es de esa pequeña libertad que aun falta y la
cual es quitada por este “sistema capitalista en serio”.
Por eso nos pareció preciso discutir acerca del término Arte
y otro tanto acerca del término Revolucionario, los dos términos que dan título
a nuestra sección dentro del Sendas.
¿Qué es Arte? Creemos entenderlo, expresión pura expresión
más allá de cual fuera su herramienta. Si es pintura, poesía, música, danza,
artesanía, cerámica y tantas otras ramas que abarcan este tan amplio término que
no es más que las vívidas expresiones de los pueblos. Expresiones innatas,
adquiridas, de formación o simplemente pura convicción de transmitir algún
sentimiento relacionado tal vez con la rabia, la alegría, el enojo, la
perseverancia, la lucha. No somos críticos en arte es por eso que las
apreciaciones sobre tales expresiones tiene muchas veces que ver con la cultura
de cada pueblo, barrio o grandes ciudades, pero que casi inevitablemente
provocan una reacción como miembros de una sociedad.
Para aclarar el término Revolucionario es necesario dar un
golpecito a más de un periodista que tiene el lujo de poder utilizar un medio de
comunicación tan importante como es la televisión, para ver si de alguna manera
puede volver a agarrar un libro y estudiar un poco más sobre oficios y carreras
profesionales y darse cuenta que ser revolucionario no es un trabajo, ni mucho
menos un “rebelde” que quiere jugar a ser guerrillero para agarrar las armas y
salir a quien sabe qué…
Entendemos que ser Revolucionarios no tiene nada que ver con
estas chicanas que suelen tirar estos personajes a los cuales les falta una
parte de compresión para analizar la historia, personajes que luego son los
mismos en ponerse una remera de Ernesto Guevara, los mismos que piensan que la
delincuencia viene de la mano del paco y que está cómodo con el término pobreza
analizado lo más fríamente posible desde su comodidad económica individual.
Para los que aún tienen algunas mariposas en la cabeza que
revolotean para sacar una definición es que decidimos escribir esta nota.
Ser revolucionario deja de lado el individualismo, que es más
fácil decirlo y con el cuál se intenta romper y lidiar todos los días. Es aquel
motivado por profundos sentimientos de amor que está dispuesto a dejar
cuestiones personales por un bien común.
Este “modelo”, palabra que actualmente está de moda en los
oradores mediáticos, puede tener apreciaciones positivas por gran parte de la
población argentina, pero no deja de ser un modelo que responde a intereses
corporativos que acepta y naturaliza la explotación del hombre por el
hombre.
Estamos en un proceso siendo parte de él, con miles y miles
de revolucionarios que seguimos en pie y éste es nuestro tema de hoy, los
revolucionarios actuales, porque a veces pareciera que quedaron allá en Rusia,
Cuba o China.
En este llamado sistema democrático aún hay desigualdades y
todavía hay falta de libertad.
El docente que sale a la calle para luchar que se siga
manteniendo el sistema de juntas porque es un derecho adquirido
democráticamente, no sale porque no tiene ganas de trabajar, sale porque ve en
aprietos su dignidad como trabajador que eligió creer en un futuro lejano en la
formación de niños y adultos. ¿Cómo es que no podemos ver eso? ¿Cómo es que
seguimos pensando de manera individual e inmediata? ¿Qué hacer con nuestros
hijos si no hay clases? ¿Acaso, los docentes no son padres también? ¿Acaso no
son los que hacen valer ese compromiso de formadores como deberíamos asumirlo
cualquier adulto? Pero claro, “tienen buenos sueldos, vacaciones, aguinaldo,
feriados y encima hacen paro”, dice la gilada.
Por qué entonces no pensar en charlar con nuestros hijos para
poder explicarles que su maestro esta durante horas luchando sin resignación por
su educación. Que está sometido al calor del día y al frío de la noche, ese frío
que viene acompañado de chorros de agua y de alguna bala de goma que claro…
suele siempre escaparse, y pareciera que el sistema de gobierno nos educa para
que día a día nos acostumbremos a la opresión.
No estamos acostumbrados ni pensamos en hacerlo, porque
creemos que un futuro mejor es posible.
Los maestros se manifiestan y también deben dejar a sus hijos
para ir a la Legislatura, y si no pueden lo llevan consigo mismos, porque las
calles son nuestras y para estos docentes el individualismo no existe. Eso es
ser revolucionario.
Ser revolucionario es tener la convicción del cambio ahora o
dentro de quien sabe cuantos años. Pero que lo único que importa y da valor a su
vida es luchar por ello. El trabajador que cumple el horario establecido, que
además ejerce la función que le toca merece de la misma manera en tiempo y forma
que su salario sea digno. De eso se olvidan los patrones que no solo pertenecen
a empresas privadas, sino los del propio Estado que tardan meses en pagar los
sueldos, en generar condiciones dignas de trabajo, en respetar las leyes
laborales que ellos mismos dicen controlar. Trabajadores del Estado, obreros de
Procter & Gamble, aceiteros en Junín, trabajadores de la salud de Córdoba,
del Hospital de Clínicas, del Gutiérrez, del Banco Nación, de la construcción,
marítimos, trabajadores de la comuna de Timbúes Santa Fe, trabajadores del gas y
tantos otros que sería una lista interminable de manifestaciones que mediante el
paro, las movilizaciones, los festivales y tantas otras formas de expresión
hacen dar cuenta de la importancia de sus derechos, y ya vemos que la palabra
Revolucionario no tiene tanto olor a libro viejo porque la explotación sigue
existiendo y la opresión por parte del sistema económico, sigue golpeando a los
mismos de siempre.
Un año más, un Sendas más que nos permite analizar, hacer
crítica y reflexionar que no vamos a quedarnos con lo positivo de los últimos
dos gobiernos, la lucha es intensa, larga y mientras haya un compañero explotado
tenemos y debemos usar las armas de siempre, pero no esas cargadas con plomo que
usan para aumentar el contador de muertes por gatillo fácil, sino las armas que
como pueblo se tienen que ver, sentir y escuchar, las banderas, los cantos.
Somos muchos para hacernos ver ante la disconformidad.
Ya se escuchan los bombos de las luchas alejarse mientras se
acerca el repique de un redoblante de alguna murga de barrio o carnaval regional
en alguna parte de la tierra. Con aerosoles, pintura, esténcil o a mano alzada
las paredes siempre están preparadas para darle color a las calles.
A descansar un poco compañeros, un 2012 se avecina y regidos
bajo la cosmovisión de nuestros pueblos originarios se viene el tiempo de luz,
de cambios y transformaciones.
Nosotros vamos a estar para seguir saliendo a demostrar
nuestro Arte Revolucionario, ese que en cada lucha nos sigue uniendo.
Hasta un nuevo número.
No hay comentarios:
Publicar un comentario