Como todos
sabemos el escenario político local fue atravesado de lado a lado por las
elecciones ejecutivas y legislativas en todo el territorio. La disputa por
cargos públicos fue importante, aunque a grandes rasgos no fueron muchas las
sorpresas.
Luego del
estallido de la crisis internacional del 2009, que apretó las tuercas de la
economía local, algunos creímos que la capacidad de gestión del kirchnerismo
comenzaba a mellarse, y por esto que algunos actores que se mostraban como el
recambio tomarían mas fuerza agudizando la situación de crisis financiera hacia
una de carácter político e institucional que favorecería este enroque
administrativo. Sin embargo, la administración liderada en ese momento por
Néstor Kirchner, junto con un amplio arco de alianzas, mostró audacia para
paliar la situación y reciclarse manteniendo y, en muchos casos, aumentando el
consenso popular. Ejemplo de esto fue la activación del plan REPRO que garantizó
la estabilidad laboral en gran cantidad de fábricas, evitando los esperados
despidos masivos con que las empresas amenazaban para mantener su tasa de
ganancia. El gobierno subvencionó parte de los salarios de los obreros y con
esto negoció los puestos de trabajo en distintas empresas, acción que hecho por
tierra cualquier situación de descontento masivo que atentara contra la
estabilidad gubernamental. En este marco de recomposición del kirchnerismo hay
varios motivos que sustenta esta realidad, por un lado la capacidad de
negociación para mantener cierta estabilidad que aquiete el animo del pueblo,
como antes mencionamos, por otra parte la construcción de una oposición
funcional a sus intereses que garantice y contraste sus aspiraciones ubicándolos
en la subjetividad popular como lo progresista, desarrollista y demás
adjetivos calificativos frente a lo viejo, lo liberal, lo monopólico. A esto
se le suma que el mercado regional en general y argentino en particular viene
sacando provecho de una crisis estructural del capitalismo que tiene ciertas
particularidades pocas veces vistas, pero sencillas de resaltar, en el marco de
salvar la sagrada tasa de ganancia del empresariado financiero internacional. Es
decir, mientras las casas matrices en los mercados centrales cierran, en
mercados periféricos como el argentino aumentan su producción, emplean mayor
mano de obra e invierten en infraestructura. Proceso acompañado de cerca por el
aparato estatal que garantizó las inversiones en infraestructura necesarias para
implementar un proceso de sustitución de importaciones, por esto las obras en
rutas, puertos, en materia energética, comunicación etc. Como venimos
sosteniendo este es un gobierno que responde a los intereses del capital
industrial sin desatender, negociar y, más allá de la retórica progresista,
respetar los negocios del capital financiero especulativo radicado en el mundo
bancario y agropecuario[1].
Luego del año
electoral vemos que en el reparto de la administración estatal, la gran mayoría
de las gobernaciones son afines al ejecutivo nacional, sin embargo no se puede
decir que son propios del kirchnerismo. El arco de alianzas hecho a lo largo y
ancho del país es de lo más heterogéneo y en cierta medida genera cierta
volatilidad frente a un panorama económicamente inestable producto de la ya
nombrada crisis financiera internacional. El panorama, al menos para los
próximos 2 años, puede verse de dos maneras, o bien el kirchnerismo aumento su
fuerza o bien la oposición esta muy debilitada lo que consecuentemente fortalece
al ejecutivo nacional. El caso de la UCR o la Coalición Cívica son
ejemplificadores, la primera fuerza en el congreso pero también en la dirección
de las provincias ganando sólo en Corrientes. El caso de Lilita Carrió muestra
como una fuerza que tenia cierto arraigo, sobre todo en las capas medias del
pueblo, puede dilapidar su potencial y perder fuerza en tan solo un par de años,
cambiando su anterior discurso “progre” por el de la derecha católica. En los
próximos años el kirchnerismo gozará de una gran fuerza legislativa que le
permitirá tener quórum propio, algo que inquieta mucho a la oposición, algo que
inquieta justamente al otro sector de la burguesía en pugna en la argentina. Por
esto que la lucha mediática por ganar la subjetividad del pueblo cobra gran
importancia, y lo viene haciendo, la disputa por los medios de comunicación no
es una disputa de intereses del pueblo contra intereses monopólicos sino un
enfrentamiento por ganar la subjetividad y voluntad popular.
Como dijimos
más arriba no hubo grandes sorpresas en los comicios, la lógica del mal menor
opero en casi todas la elecciones y el voto conservador, votar para que casi
nada cambie, se hizo presente en el electorado, y en esto tiene que ver mucho el
termómetro económico antes mencionado.
El campo popular.
Néstor
Kirchner fue un dirigente con una gran ambición de poder, saber construirlo,
generar los mecanismos para ello y administrar desde esa posición fue un arte
que caracterizó su política tanto nacional como regional. Fue así que al asumir
la presidencia entendió cual era la situación política post 2001 y en función de
eso generar una política de acumulación propia, allí es donde encontramos el
espacio compartido con los movimientos político-sociales que marcaban la agenda
de las necesidades populares inmediatas a resolver. Necesidades que
garantizarían la estabilidad gubernamental para los próximos años. A los
existentes movimientos sociales cobijados por el kirchnerismo se le sumo la
construcción de movimientos propios, amparados bajo la estructura del estado,
como fuente generadora de base social.
La lucha por
las necesidades básicas insatisfechas, sumado a la falta de tácticas y
estrategias concretas, para darle respuestas viables e independientes, por parte
de las organizaciones populares, arrinconó el accionar de nuestras
organizaciones, que poco a poco destinamos nuestros esfuerzos a militar por las
dadivas que ofrecía un sistema en crisis. La falta de construcción política
sólida fue el talón de Aquiles de cientos de organizaciones que hoy se
encuentran disminuidas en su capacidad de movilización y convocatoria producto
de un mejoramiento económico que apaciguó las aguas.
Pero como
decimos siempre no son buenos tiempos cuando se lucha por lo imprescindible, ya
que carentes de conciencia política una vez solucionado lo inmediato lo de fondo
queda en segundo plano, o en el peor de los casos fuera de las necesidades y
deseo de las masas. La falta del trabajo político en torno a objetivos a largo
aliento, forjados en una moral revolucionaria que motive el accionar militante
de nuestros hermanos de clase hoy se ve claramente, y es desde allí que se erige
la figura del kirchnerismo como lo “progresista”, “la solución” y hasta “lo
revolucionario”. Sin embargo este gobierno es lo mejor que pudo darse la
burguesía después del cachetazo que el pueblo le dio en las puebladas de los
90´, el 19 y 20 de diciembre y en las movilizaciones posteriores que sacaron por
la ventana al ex presidente Duhalde. Pero no supimos capitalizar esa acumulación
en post de nuestros intereses, perdiendo la iniciativa y en una posición de
clara debilidad de la burguesía otros sectores tomaron la posta construyendo una
nueva subjetividad. Y si de batalla ideológica hablamos, nos debemos un análisis
dialéctico de la misma evitando caer en aislamientos que separen la condición
local con la del resto de los pueblos del mundo. Pese a los años sostenidos de
lucha en los países europeos, por citar un ejemplo, la falta de organización, de
una vanguardia, de una estrategia clara anticapitalista y revolucionaria queda a
la vista, cuando los “indignados” de Europa o EEUU piden por un control de las
actividades financieras y no por el fin de la explotación del hombre por el
hombre. Por la regulación de los banqueros, un capitalismo con rostro humano, un
que se vayan todos, pero no una sociedad sin clases, el control por parte de los
trabajadores de los medios de producción y cambio[2].
En este marco,
la falta de táctica y estrategia queda a la vista por parte de las
organizaciones del campo popular. Situación que no solo genera la capacidad
reducida de movilización de las mismas, sino la dispersión, entendida como no
coordinación de acciones conjuntas, como así también el aislamiento de las
diferentes organizaciones con el conjunto del pueblo. La necesidad del trabajo
en unidad, de la planificación en las políticas de acumulación a corto, mediano
y largo plazo, junto con la capacidad de inserción en las diferentes realidades
de nuestro pueblo son las tareas del hoy para forjar el mañana que soñamos.
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