A Cristian Ferreyra, a los caídos en las
jornadas del 19 y 20 de diciembre, y a todos los compañeros caídos por luchar
contra este sistema de explotación.
Palos y gases
lacrimógenos rompieron la tensa calma de la mañana. El calor del verano se hacia
más denso en la ira acumulada de un pueblo que se hacia presente. Miles de
personas, cerca de 900 mil según datos oficiales, se hicieron carne en la larga
jornada del 20 de diciembre del 2001, batallando sin pausa contra las fuerzas de
seguridad que no lograban calmar a la fiera. Las primeras victimas de este
histórico día eran, una vez más, nuestras Madres.
Pasaron 10
años de aquellas jornadas que para muchos de nosotros fueron días que marcaron a
fuego nuestro camino militante en estos años transcurridos. Algunos ya veníamos
participando políticamente en barrios, lugares de estudio o de trabajo, para
otros fue el puntapié inicial para dar sentido a nuestras vidas y, muchos, unos
cuantos, volvimos a creer en la salida colectiva, sentimos ese aire fresco
necesario para desempolvar los viejas y hermosas tradiciones revolucionarias que
nos marcaron para toda la vida.
La historia
moderna tiene una fuerte influencia del peronismo, tanto en lo real como en lo
emocional. Su influencia en la interpretación de la misma se hace carne. Cuando
la clase dominante, muy a su pesar, perdió la batalla de invisibilizar a
nuestros compañeros asesinados por la última dictadura, batalla en la que
peleamos no peronistas y peronistas, estos últimos trabajaron intensamente para
hegemonizar la identidad de los caídos y, poco y nada, se reconoce las
organizaciones no peronistas, sus militantes, sus caídos, su construcción
política que generó el accionar represivo de nuestro enemigo. Tras la muerte de
Néstor Kirchner, se realizó otra jugada y tomo para sí la tendencia creciente de
la actividad militante de nuestro pueblo, argumentando que fue el propio Néstor
quien impulsó y generó esta participación, cuando la incorporación a la política
fue en el quiebre generado a partir de la revuelta del 2001. Nuestra clase que
viene dando batalla desde la dictadura, que enfrentó al modelo neoliberal de
radicalismo y del propio peronismo, y que ayer como hoy muestra su compromiso
por cambiar la realidad, por defender sus derechos con independencia de los
patrones y su Estado.
En los últimos
meses debimos afrontar los terribles hechos de asesinatos por defender la
tierra, vivienda, recursos naturales, derechos laborales, estos son algunos de
los motivos que generaron los enfrentamientos con las fuerzas estatales y para
estatales con la consecuente muerte de los compañeros. Pasaron 10 años de
aquella masacre perpetrada por el Estado y los dueños del poder, pero parece que
más allá del tiempo transcurrido y de las diferentes retóricas discursivas, la
respuesta es la misma cuando los explotados enfrentamos directamente los
intereses de los explotadores de siempre.
Debemos
reconocer el carácter político de estas muertes, debemos reconstruir nuestra
propia identidad como clase trabajadora, debemos esforzarnos por la unidad de
nuestra clase para generar los mecanismos necesarios para enfrentar y destruir
de una vez y para siempre la explotación capitalista.
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